La otra navidad

 

– ¡Mañana es el gran día!

Menudo susto me he llevado al oír el grito justo a mi espalda y al girarme para maldecir entre dientes a la causante del alboroto veo a una mujer encorvada sujetándose la pechera de un abrigo raido que a duras penas frena la entrada del gélido viento, ¡felices fiestas! ha dicho (a mi) con una sonrisa de labios agrietados y a seguido calle abajo arrastrando los pies y de paso sus maltrechos huesos.

Entonces he decidido que soy una estúpida que no tiene derecho a quejarse por un dolorcillo en la espalda, una egoísta que no tiene derecho a culpar a la crisis por no poder comprarme un abrigo nuevo, una imbécil que no tiene derecho a deprimirse porque hoy no hace sol, una mala persona que no tiene derecho a aborrecer algo que hace feliz a otra persona, una pedante por pensar que mi vida es injusta.

Tengo un hermoso abrigo rojo, (rojo navidad) varias chaquetas, una casa, una familia adorable… lo que no tengo es derecho a ser una quejica cuando todavía existen personas que viven con ilusión.

Ellos no frecuentan grandes almacenes ni restaurantes ni salas de fiestas (como no sea para ponerse en la puerta y recibir unas monedas, con mucha suerte) pero cuando dicen ¡Feliz Navidad! y te sonríen… Entonces ves la diferencia, entonces entiendes el espíritu, entonces te haces preguntas…

Parece ser que han encontrado la navidad, la otra navidad.