Tierna infancia

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Conoces tan bien como yo la crueldad de los niños, la conoces porque también lo fuiste (niño y posiblemente cruel) una crueldad que raya el sadismo! Que ninguna mamá me diga, NO! MI NIÑO NO!!! porque a pesar de esa cara compungida y ese aire de angelote pintado por Rubens es cruel, fijo! Quizás lo sea porque desconoce la empatía y la piedad, por experimentar o por el simple placer de serlo, pero lo es… De nada sirve que intentes inculcarle la idea de que el «gordito» de clase camina llorando todos los días y le aterroriza levantarse por las mañanas, el niño pondrá una carita de ¡Cuanto lo siento por el! pero en el fondo se esta partiendo la caja y maquinando como reírse de el porque ademas de gordo es un llorón. Pero algunas veces pasa algo en la vida de un niño que le hace cambiar para siempre…

A la tierna edad de 8 años mis amiguitos y yo subíamos al terrado a jugar mientras nuestras madres tendían la ropa (todas al mismo tiempo, las muy cotillas) entonces es cuando tirábamos globos de agua a los incautos viandantes, si lo de los globos no lo ha inventado tu hijito angelical, y esquivavamos las collejas por tocar las sabanas limpias (que ese idioma si lo entendíamos) 

Teníamos la costumbre de reírnos de una mujer zarrapastrosa que se orinaba encima y soltaba sapos y culebras si tenias la osadía de pasar demasiado cerca de ella en la calle, olía mal y siempre tenia a su lado un cartón de vino (tal vez por eso nos mantenía alejados) era la bruja, es lo que había!

Aquel día viene a mi memoria de vez en cuando, hoy por ejemplo, yo había asumido que mi mala costumbre de investigar, de buscar el porque de todo, de no dar nada por seguro solo porque me lo decían los mayores me traía cada vez mas problemas, por lo tanto conseguí mi ansiada empatía hacia los animales gracias al fantasma de un gatito que me persiguió durante meses… Os dejo especulando…

Vimos a la bruja desde el terrado, perseguía a una paloma incapaz de volar e intentaba patearla contra la pared! Mi recién estrenada amistad con los animalitos me obligo a meterme con la vieja y claro mis compañeros no se hicieron de rogar, le tiramos globos, la insultemos y le chillábamos que dejara en paz al pobre bicho; Entonces ella miro hacia arriba y lanzo un grito que me partió el alma… ¡¡TENGO HAMBRE!! 

Nunca volví a mirar igual a esa mujer… Algo muy dentro de mi me hizo avergonzarme de mi misma y de mis amigos que seguían riendo… Algo se removió y lo mas raro es que dolía…

Los niños son crueles, es su naturaleza, déjales, no luches contra corriente… El tiempo pone a cada uno en su lugar.